La pastoral carcelaria ofrece la oportunidad a sus miembros de servir llevando la palabra de Dios a los confinados de Puerto Rico.
Por: Andrea G. Santiago Torres | andrea.santiago30@upr.edu
“Ellos han sido un propósito fundamental en mi vida; le han dado sentido a mi vejez”, así se expresó Raquel Ayala de 89 años, quien es una de las catequistas del Santuario Espíritu Santo en Dorado que forma parte de la pastoral carcelaria hace más de dos décadas.
La pastoral carcelaria se establece en Puerto Rico gracias al caso Morales Feliciano del 1979, que buscaba mejorar las condiciones de confinamiento para todos los reclusos en la isla. Este es un servicio voluntario que se dedica a llevar la palabra de Dios a los confinados, así como también apoyo emocional. Y aunque, en sus comienzos, solo participaba la iglesia católica, actualmente participan otras denominaciones religiosas.
Es el padre Jonás Rivera quien trae la pastoral carcelaria al Santuario Espíritu Santo. De esta manera Raquel Ayala y Lucila Landrón fueron introducidas a lo que se convertiría en su misión de vida por los últimos 20 años.
“Para mi es gratificante saber que estoy ayudando a quien lo necesita”, mencionó Lucila Landrón de 88 años quien actualmente da catequesis a un grupo de confinados en el Anexo de Máxima Seguridad 292 en el Complejo Correccional de Bayamón.
En su caminar, a través de la pastoral carcelaria, Ayala y Ladrón les han brindado la ayuda espiritual necesaria a varios reclusos en su proceso de rehabilitación. En ocasiones, han llevado artículos para su uso personal al grupo al cual dan catequesis. Incluso, añadió la catequista Raquel, que ha tenido la oportunidad de ayudarlos fuera de la cárcel.
Aunque admiten que la labor que tanto aman hacer no ha sido fácil, y en muchas ocasiones puede resultar frustrante, se mantienen firmes en su misión.
En el presente, el Santuario cuenta con siete miembros de la pastoral carcelaria que se dividen en dos grupos y asisten a la cárcel los lunes y jueves a las tres de la tarde. Aunque esta obra es particular, funciona como cualquier clase de catequesis. Las catequistas establecen un objetivo, se preparan para la lección, establecen unas tareas y la dinámica y la llevan a cabo. A pesar de que son catequistas con vasta experiencia, admiten que a veces deben estudiar, investigar y “buscar en la internet”, según mencionó Lucila Landrón, para poder llevar la palabra de Dios correctamente.
Precisamente, el propósito de la pastoral carcelaria es llevar un mensaje de paz, esperanza y perdón a través de la Palabra.
Este servicio ha sido para estas damas, luego de su retiro, una manera de continuar sirviendo a los demás y aportando a la comunidad. “Para mí ha sido una bendición el yo tener la oportunidad de acompañar a tantos muchachos en ese caminar tan difícil.”, concluyó la catequista Raquel Ayala.
Deja un comentario